domingo, 11 de noviembre de 2007

La gira a Torreón



Después de una temporada en Casa de la Paz y otra en el Sergio Magaña, nos lanzamos a Torreón. Dos funciones: una en el Teatro Alvarado (Gómez Palacio, Dgo.) y otra en el inolvidable Teatro Isauro Martínez. Gracias a todos los que hicieron esto posible, especialmente a mi hermano, a mis padres y a Prometeo Murillo, sin contar con el delicioso picadillo de mi tía, la silla de ruedas que nos prestaron los doctores Alcántara, el buen Edgar, la amabilidad de Claudia Máynez y la generosa colaboración de Asunción del Río (y sus muchachos de prepa), Gaby Nava (de la Dirección Municipal de Cultura), Martha Chávez y toda la banda.

Gracias por la experiencia.

sábado, 22 de septiembre de 2007

El día después del estreno

Está soleado. El ambiente es apacible. Romina duerme sobre mi cama. Tengo ojeras. Me duelen los pies, me hormiguean. *Sigh* Ya estrenamos.

Y, bien, todo salió como debía salir. Nueve meses de trabajo dieron finalmente su fruto. Mucha gente puso alma, corazón, manos, tiempo, fuerzas y entrañas para que el estreno de El perro del hortelano fuera posible. A todas esas personas, mi más profundo, honesto y sincero agradecimiento. Esta semana me he dado cuenta que el teatro se hace con un montón de individuos: los técnicos, los ingenieros de audio y de luz, la escenógrafa, la asistente de producción, la directora adjunta, el director, la encargada del diseño corporal y coreográfico, la musicalizadora, el policía del teatro, el director del teatro y su asistente, las personas de la limpieza, cada uno de los cientos de pares de ojos que observan el escenario desde las butacas (el respetable público) y nosotros, los actores.

Lo dijo Singer, y yo abundo en ello: el teatro es un rito, es una ceremonia sagrada, de comunión.

Amo esta profesión.

Cuando tenga ideas más articuladas sobre toda la emoción de la noche de estreno, las escribiré. Por ahora... me voy a bañar, que tengo función en un rato.

sábado, 15 de septiembre de 2007

Sábado 15 de septiembre, 2007

Hoy corrimos la obra completa por primera vez, con el elenco A. El panorama cambia cuando se compactan todas las escenas que hemos venido ensayando en los últimos meses: las transiciones entre una escena y otra son más rápidas, el arco del personaje se dibuja, hay que buscar la lógica de las acciones...

Ahí la llevamos. Nos quedan dos ensayos para el elenco A, y tres para el B antes del estreno. Me faltan varios elementos del vestuario. Estoy nerviosa. No sé cómo me voy a peinar, ni qué voy a hacer con el maquillaje. Diablos. En fin...

Mañana, día en que la gente descansa después de las fiestas patrias, nosotros ensayamos. Viva México, y el perro del hortelano.

sábado, 8 de septiembre de 2007

ESTRENO EN PUERTA

¡Estrenamos! ¡Sí, estrenamos ya!

El viernes 21 de septiembre, aproximadamente a las 20:00 hrs. (no nos han confirmado el horario), dará inicio la representación de EL PERRO DEL HORTELANO. ¡Sí! ¡Eeeeeeeeeeeeee!

Estoy feliz, exultante, completa, radiante y... un poquito preocupada porque... bueno, verán... ¡no tengo vestuario! Así que ahora mismo me dispongo a salir de mi casa para hacer lo que sea necesario con tal de tenerlo a la de ya. ¡No lo puedo creer! ¡Después de nueve meses de ensayo! ¡Me siento como mujer que va a parir!

viernes, 31 de agosto de 2007

Viernes 31 de agosto, 2007

Se acaba el mes. Quedan veinte días. Menos de tres semanas. En menos de tres semanas estrenamos. ¡En menos de tres semanas estrenamos! Diossanto... me va a dar un ataque.

Ayer ensayamos en el teatro, otra vez. La sensación de estar ahí, trepada en las tablas, pisando la madera, con ciento treinta asientos sonrojados y vacíos viéndome la jeta... es indescriptible. Creo que siempre quise ser actriz. Soy actriz.

Y, bueno, retomando la idea... Ayer limpiamos tres escenas del segundo acto. En una de ellas, me atoré. Pluc. Ni para atrás ni para adelante. Me sentía gritada, exagerada, haciendo cosas sin ton ni son... Y entonces le pedí auxilio a Singer, y me ayudó. Todo estaba en el punto de partida. Con unas ligeras modificaciones en la escena anterior, pude llegar mucho más segura al momento difícil. Reto superado.

Singer me preguntó que cómo va a ser mi vestuario. Casi me voy de espaldas. Llevo más de tres meses llevando una propuesta de vestuario, y nunca me había dicho que quería otra cosa. Ahora tengo que apurarme para conseguir algo nuevo, más o menos por el estilo, pero diferente. Tengo que acostumbrarme a mi ropa de Diana.

martes, 28 de agosto de 2007

Martes 28 de agosto, 2007

Pisé el Teatro Casa de la Paz. Por primera vez. Llegué, cinco minutos antes del ensayo, dejé mi coche en el valet, tomé mis cosas y me quedé ahí, en la banqueta, viendo la fachada del edificio. "Así que éste es el teatro...", me dije.

Se siente muy bien pisar un teatro. La madera... las butacas... los camerinos... la acústica... los pasillos... las luces... las piernas... ¡uff! Muy bien.

Singer nos explicó cómo va a estar el asunto. Se avecinan tres semanas muy difíciles. Ensayos por aquí, ensayos por allá. Unos en el teatro, otros en la escuela. Unos de mañana, otros por la tarde. Estreno de Fausto con los del otro grupo la próxima semana. Nuestro estreno para el 20 de septiembre (como dice la gente, "Dios mediante").

Pero después de todo esto, que suena muy bien, corrimos lo que llevamos de la obra, primero con el elenco A (en el que soy Diana), y luego con el B. El cambio de lugar, de acústica y de público (había como cinco personas ajenas a la compañía que estaban viendo el ensayo), me distrajeron a más no poder. Toda la primera escena estuve desconcentrada: cambié trazos, omití frases, las intenciones estaban fuera de foco... Horrible. Poco a poco me fui tranquilizando. Salí de escena. Fui a cambiarme. Tengo como 10 minutos para hacer un cambio radical de vestuario y demás. En eso estaba cuando metí a la mano a mi pantalón, donde guardo una carta que necesito para mi segunda escena y... no estaba. Recordé, entonces, que quizá se la había prestado a mi compañera que hace a Diana en el elenco B. Me enojé. Enfurecí. Escribí una nueva carta, en chinga, y apenas me dio tiempo para salir otra vez a escena. Terminé el primer acto con titubeos evidentes, porque la última escena no la hemos trabajado nosotros, sólo el elenco B. Al final de este repaso, bajé a los camerinos y le dije a mi compañera, la de la carta, que por favor se asegurara de regresarme la utilería que yo le prestara. Para no hacer el cuento largo, se me puso punk mi compañerita, diciéndome que yo le pidiera lo que yo le prestaba, y concluyó diciendo que entonces nadie se prestaba nada. (Vaya sandez).

En varios momentos, Singer nos llamó para platicar algunas cosas con nosotros. Nos dio fechas de ensayo y de funciones. Nos dijo que nos faltaba dicción y proyección de la energía (cosa muy cierta: nos vemos chiquitos en el escenario). Y... cosas por el estilo.

La tensión está en el aire. Siento que me rompo por todas partes. Hay detalles que me hacen pensar que el nivel de compromiso en el grupo es muy variable. O... no sé. Yo... no entiendo muy bien. He puesto todo el esfuerzo posible en este proyecto durante ocho meses y... En fin. No vale la pena quejarse. Todos estamos cansados. El desgaste es... evidente. Quiero estrenar esta obra. Quiero una temporada. Quiero hacer teatro. Quiero.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Miércoles 22 de agosto, 2007

Corrimos el primer acto completo, aunque todavía tenemos que limpiar un monólogo de Teodoro y dos escenas más. Empiezo a sentirme cada vez con más soltura. Ahí, dentro de ese armazón tan cuidadosamente armado, tan milimétricamente calculado, puedo improvisar: invento gestos, me permito lujos (sonreír de pronto, o voltear a ver a alguien, hacer inflexiones de voz)... Eso es la libertad. Y se siente muy bien.

viernes, 17 de agosto de 2007

Jueves 16 de agosto, 2007

¡Terminamos el trazo de la obra!

Ya sólo nos falta limpiarla toda y... ¡listo!

(Creo que estoy emocionada).

martes, 7 de agosto de 2007

Martes 7 de agosto, 2007

Estamos en la recta final. Estos ensayos nocturnos me dejan muy acelerada, así que escribo.

A veces leo las entrevistas que les hacen a algunos actores famosos. Que cómo le hacen para entender al personaje, que si se sienten cercanos a él, que cuáles fueron sus referencias, etcétera. Otras veces me da por pensar en mi propio proceso como actriz. ¿Cómo le hago para darle vida a Diana? ¿Cómo hago para que mis líneas no suenen como aprendidas de memoria? ¿Cómo?

He llegado a esta sencilla conclusión: la clave está en leer y repasar mil veces la obra. Cuando voy en el coche, digo algún texto de mi personaje, pruebo entonaciones diferentes. Cuando estoy en mi casa, me imagino de cuántas maneras podría pedirle algo a alguien. Cada vez que hago esto, nuevas imágenes aparecen en mi cabeza. Por ejemplo:

"Buena quedo ahora sin quien era luz de aquestos ojos".

Lo digo una vez. Luego pienso, ¿dónde está el acento?, ¿en qué palabra?, ¿cuál de todas estas palabras voy a subrayar para regalarla a los oídos de los espectadores? Tomo una decisión: el peso estará en buena y en luz. Lo ensayo en voz alta. "Buena quedo ahora sin quien era luz de aquestos ojos". Esa decisión me lleva a pensar nuevas cosas. Cuando digo buena, estoy siendo irónica: no estoy mejor, porque ahora se ha ido la persona a la que amo, sino mucho peor. Cuando digo luz, pienso en Teodoro, en la sensación de estar junto a él. En una sola palabra (en buena, por ejemplo) encierro un montón de sensaciones y pensamientos que me atraviesan en ese instante: siento un vacío en el estómago, siento frío, me siento desfallecer, estoy enojada conmigo, quisiera correr tras él, se me hace un nudo en la garganta, etc.

Esto es en un monólogo. Pero cuando se trata de un diálogo con alguien, pienso también en qué quiero obtener de esa persona y cómo lo puedo obtener. Las claves de lo que quiero están en el texto. Si el otro personaje se va, ¿qué tuve que hacer yo para que se fuera? Si el otro se queda triste, ¿cómo le hice para ponerlo en ese estado?

Cada vez que leo o repaso el texto (mentalmente o en voz alta), encuentro nuevos detalles, palabras que habían pasado desapercibidas. Por ejemplo: "Será generosa hazaña de un hombre tan entendido, que con esto quitarás la ocasión de tus enojos...". Fuera de contexto, esto parece halagador. Pero una vez que analizo la situación, entiendo que Diana está siendo irónica, o que por lo menos está tratando de convencerse a sí misma de que la decisión de Teodoro es lo mejor, aunque sienta lo contrario. Cuando veo eso, decido subrayar las siguientes palabras: generosa, entendido y ocasión. Las dos primeras son 'atributos' que encuentro 1) en la acción de Teodoro, y 2) en Teodoro mismo, pero las cargo de algo negativo, porque no lo pienso de verdad: irse y dejarme no es un acto de generosidad, y aunque él sea inteligente, no lo estoy alabando al llamarle 'entendido'. Con la tercera palabra me estoy refiriendo a mí misma: si él se va, ya no se sentirá mal, porque me habrá quitado de su vida (yo soy la 'ocasión' de sus enojos). En resumen: aquí me tiro para que me levante.

Y así sucesivamente.

En esto tan sencillo está todo el aprendizaje que acumulé durante tres años de carrera (y que aún sigo acumulando). Todo está en el texto: los antecedentes, los estados anímicos, el objetivo, las estrategias. Yo voy llenando cada palabra con imágenes, le voy dando peso a las palabras que importan más. Mi personaje surfea por un mar de palabras. Si lucho contra ellas, me hundo. Si me abandono en ellas, las surco con ligereza.

Leer, leer y leer. Tantas veces como sea necesario. Hasta que las palabras aniden en mí. Hasta que aprenda a hablar con esas palabras. Hasta que no haya más palabras para determinada circunstancia que ésas que están escritas. Hasta que eso se convierta en una segunda naturaleza. Hasta que las palabras correspondan a la acción y la acción a las palabras.

El actor es un ser de hábitos.

martes, 31 de julio de 2007



Un ensayo del primer acto.

"No sé, Teodoro, esto siento desta dama, pues me dijo que nunca al tal caballero tuvo más que inclinación, y en viéndole amar, salieron al camino de su honor mil salteadores deseos que le han desnudado el alma del honesto pensamiento con que pensaba vivir".

lunes, 30 de julio de 2007

Lunes 30 de julio, 2007 (bis)

¡Pasamos al tercer y último acto de la obra! Los ensayos continúan, por las noches, dejándonos a todos insomnes.

Cada día que pasa, me siento más cercana al desempleo y más lejos de la escuela. Tengo miedo, sin duda. Volteo a mi alrededor: ¿qué hago? No sé. ¿Será suficiente si grito bien fuerte?

Sea como sea, adoro mi personaje. Sí, me gusta el teatro.

Lunes 30 de julio, 2007

Requiescat in pace, Ingmar Bergman (1918-2007).

En un rato, ensayo de 5 a 11 p.m. El teatro me devuelve la confianza en mi percepción del mundo, en mi entorno, en mi vida y mi amor. El teatro me devuelve la confianza en mí.

lunes, 23 de julio de 2007

Lunes 23 de julio, 2007

Hace mucho que no escribo nada, y con la cantidad de cosas (lamentables y buenas) que han pasado.

Entre lo lamentable:
- dos compañeras tuvieron que abandonar el proyecto porque acumularon 2 faltas,
- nos tardamos más o menos una semana en hacer ajustes por lo anterior,
- ya no estrenaremos el 23 de agosto en el Teatro Casa de la Paz: la fecha de estreno queda pendiente, quizá para septiembre, y no sabemos dónde.

Entre lo positivo:
- hemos adquirido mayor cohesión como grupo,
- estamos avanzando más rápido,
- las enseñanzas de Singer se multiplican,
- retomamos nuestros 15 minutos de calentamiento, que nos han ayudado a disponernos mejor para la acción.

Mi libreto está lleno de notas. En cuanto termine el cierre de la revista, haré un vaciado de lo más importante. Mientras tanto, sigamos montando. Ya casi terminamos el segundo acto.

martes, 19 de junio de 2007

Martes 19 de junio, 2007

Vaya ensayo. Esto es un ir y venir endemoniado, del desencanto a la fascinación.

Montamos más de la mitad de la escena entre Diana y Teodoro, además de repasar la escena anterior entre éste y Marcela. Poco a poco, José y yo empezamos a comunicarnos más y mejor (Singer me confirmó esto, e incluso me dijo un 'muy bien' que me cayó de perlas, porque vaya que necesitaba saber que voy por buen camino).

Singer es un gran maestro. Sí, bueno, eso ya todo mundo lo sabe. La razón por la que lo digo ahora es ésta: sabe darle confianza a sus alumnos justo en el momento que más la necesitan (o casi). Ante mi dificultad para reírme en un momento de la escena en el que me burlo de Teodoro, Singer me dijo que no me censurara, que soltara la risa como fuera. Así lo hice y sé que sonó falsa, falsísima. Sin embargo, me dio ánimos, diciéndome que había estado bien, que lo siguiera intentando. Sentí un enorme alivio.

Otra cosa: qué frágil me siento cuando estoy en escena, y qué cruel soy cuando estoy sentada. Si cada vez que me río y juzgo y critico a algún compañero me acordara de cómo me siento cuando yo lo intento, tal vez dejaría de hacerlo.

Gaby leyó el fragmento de Hamlet donde Shakespeare alecciona a los actores sobre lo que deben hacer y lo que han de evitar. Y... bueno, no tengo más palabras. Las suyas son suficientes (Acto III, Escena 2):


HAMLET
Te ruego que recites el pasaje tal como lo he declamado yo, con soltura y naturalidad, pues si lo haces a voz en grito, como acostumbran muchos de vuestros actores, valdría más que diera mis versos a que los voceara el pregonero. Guárdate también de aserrar demasiado el aire, así, con la mano. Moderación en todo, pues hasta en medio del mismo torrente, tempestad y aun podría decir torbellino de tu pasión, debes tener y mostrar aquella templanza que hace suave y elegante la expresión. ¡Oh!, me hiere el alma oír a un robusto jayán con su enorme peluca desgarrar una pasión hasta convertirla en jirones y verdaderos guipaños, hendiendo los oídos de los 'mosqueteros', que, por lo general, son incapaces de apreciar otra cosa que incomprensibles pantomimas y barullo. De buena gana mandaría azotar a ese energúmeno por exagerar el tipo de Termagante. ¡Esto es ser más herodista que Herodes! ¡Evítalo tú, por favor!

CÓMICO 1
Lo prometo a Vuestra Alteza.

HAMLET
No seas tampoco demasiado tímido; en esto tu propia discreción debe guiarte. Que la acción coresponda a la palabra y la palabra a la acción, poniendo un especial cuidado en no traspasar los límites de la sencillez de la Naturaleza, porque todo lo que a ella se opone se aparta igualmente del propio fin del arte dramático, cuyo objeto, tanto en su origen como en los tiempos que corren, ha sido y es presentar, por decirlo así, un espejo a la Humanidad; mostrar a la virtud sus propios rasgos, al vicio su verdadera imagen y a cada edad y generación su fisonomía y sello característico. De donde resulta que si se recarga la expresión o si ésta languidece, por más que ello haga reír a los ignorantes, no podrá menos de disgustar a los discretos, cuyo dictamen, aunque se trate de un solo hombre, debe pesar más en vuestra estima que el de todo un público compuesto de los otros. ¡Oh!, cómicos hay a quienes he visto representar y a los que he oído elogiar, y en alto grado, que, por no decirlo en malos términos, no teniendo ni acento ni traza de cristianos, de gentiles, ni tan siquiera de hombres, se pavoneaban y vociferaban de tal modo que llegué a pensar si proponiéndose algún mal artífice de la Naturaleza formar tal casta de hombres, le resultaron unos engendros: 'tan abominablemente imitaban la Humanidad!

CÓMICO 1
Creo que en nuestra compañía se ha corregido bastante ese defecto.

HAMLET
¡Oh, corregidlo del todo! Y no permitáis que los que hacen de graciosos ejecuten más de lo que les esté indicado, porque algunos de ellos empiezan a dar risotadas para hacer reír a unos cuantos espectadores imbéciles, aun cuando en aquel preciso momento algún punto esencial de la pieza reclame la atención. Esto es indigno, y revela en los insensatos que lo practican la más estúpida pretensión. Id a prepararos.




Tengo pendiente ir a releer algunos pasajes de Stanislavski.

Singer explicó qué es el epifenómeno, según Gurrola (q.p.d.). Se manifiesta cuando un personaje está hablando de algo mientras está pensando en otra cosa. Actores como John Malkovich o Al Pacino lo hacen en muchas ocasiones. Esto da a entender que el personaje es inteligente, y le da cierto aspecto de naturalidad a su comportamiento. Lo probé con una parte de mi parlamento (cuando le pido a Teodoro que me dé consejo para "aquella amiga mía, que ha días que no sosiega de amores de un hombre humilde") y funcionó bastante bien.

Otro detalle que propuse y se quedó: cuando respondo ante la propuesta de Teodoro ("haga que con un engaño, sin que lo conozca, pueda gozarle"), sugiriendo que debería matar al hombre humilde, lo tomé de la corbata y se la ajusté un poco. El gesto le gustó a Singer. Corte y queda.

Todavía tengo pendiente trabajar esto:

1. La parte donde hablo de los antiguos: "Bien dices, que no hay Lucrecias ni Torcatos ni Virginios en esta edad, y en aquella hubo Faustinas, Teodoro, Mesalinas y Popeas". Aunque no hubo comentarios, creo que puedo delinear más la intención y las diferencias entre la primera tanda de nombres (gente virtuosa que defendió su honor con la vida) y la segunda (mujeres dadas al vicio y la corrupción, conocidas por sus amantes y su conducta disipada, jeje).

2. ¡La caída! Nuestra participación terminó cuando Diana-María azotó cual ballena que dejan caer de un helicóptero en llamas. El grupo rompió en una carcajada estruendosa. Me divertí muchísimo. Mañana veré esta parte con Marcela.

3. La memoria del principio de la escena con Teodoro. Son tantas frases cortas y tan parecidas, que se me confunden.

4. Repasar, repasar, repasar.

5. Hacer mis dibujos del trazo.

sábado, 16 de junio de 2007

Viernes 15 de junio, 2007

He hecho un descubrimiento. Todo fue gracias a un comentario de José, sobre la primera escena entre Diana y Marcela. Nosotras (Sandra y yo, al igual que Jazmín y Gaby) estábamos haciendo esa escena a partir del enojo (y los celos) de Diana, haciendo evidente que su molestia era mayúscula. Con esto, Marcela se veía como tonta, contándole toda la verdad a su señora, poniéndose de pechito para que la corriera de la casa. Y vendíamos trama, además, revelando que a Diana le importaba mucho esta relación entre Marcela y Teodoro. Entonces, hicimos una ligera modificación, que a mi parecer queda muy bien con el carácter de mi personaje: Diana finge ante Marcela que, aunque está molesta por lo que ha sucedido, le gusta la idea de la relación, y le vende a la muchacha que ella les va a ayudar a casarse. Marcela cae redondita en la trampa. Diana se aguanta todo lo que siente. Acto seguido, se van las damas y Diana expolta en el monólogo. Ka-boom!

Le presentamos la escena modificada a Viri y dijo que le gusta más que lo anterior. Ahora sólo queda presentársela a Enrique, para que nuestro director le dé el visto bueno. A fin de cuentas, esto va perfecto con todas las indicaciones que ha dado sobre la personalidad de Diana: sabe fingir, es increíblemente astuta, cambia rápidamente de estado de ánimo, se sobrepone a lo que siente (por lo general), sabe conducir las cosas de tal modo que resulten en su provecho. En suma, Diana es maquiavélica.

Jazmín renegó en clase, diciendo que Diana no era maquiavélica. Por respuesta, pondré aquí la definición de esta palabra, según la RAE, que confirma la hipótesis como cierta:

maquiavélico, ca
3. adj. Que actúa con astucia y doblez.

Y, ya que estamos otra vez rondando y perfilando la psicología de Diana, apuntaré a continuación un fragmento de Bola de sebo, de Guy de Maupassant, donde habla sobre el modo de ser de una condesa:

"La condesa, sobre todo, mostró esa gentil condescendencia de las damas muy nobles a las que ningún contacto puede manchar, y estuvo encantadora".

Por cierto: Hernán está fuera del montaje desde el viernes pasado.

domingo, 10 de junio de 2007

Viernes 8 de junio, 2007

Varios sucesos importantes.

Hoy no llegaron Hernán, Lorena e Isha al ensayo. Isha se siente mal. Lorena chocó. Hernán... nadie sabe.

Los actores del elenco B pasaron otra vez la escena de Tristán y Teodoro. La memoria de Tristán, regular, más bien frágil. El trazo, aprendido, por lo menos. Un avance significativo con respecto a la vez anterior, pero... insuficiente. Esto fue más o menos lo que dijo Singer después de ver la escena. Regañó públicamente al actor que hace a Tristán en este elenco, acusándolo de no haber trabajado en casa. El actor se defendió, insultando al resto del grupo: "claro que puedo, y puedo más que muchos del salón".

Después, pasamos nuevamente la escena de Diana con Teodoro. Se hicieron algunos ajustes. Singer me habló de clarificar la intención: que sea más claro lo que quiero hacer. Y vi que yo estaba pensando en algo que no era exactamente lo que debía pensar: yo decía en mi cabeza 'te voy a correr', cuando en realidad Diana está pensando 'te caché'. Afoqué eso y salió un poco mejor.

Nos seguimos con la escena de Diana y Tristán. Mejor. Se hicieron ajustes, también. Aura ya trae el texto de memoria, y ahora sí pudimos jugar.

Y luego pasamos a la escena del Marqués Ricardo con Diana. Y es aquí donde pierdo toda la sensatez, la discreción y el encanto. No entiendo cómo es posible que el actor que debe hacer a este personaje no haya siquiera leído su parte. No sabe lo que dice, no sabe dónde van los puntos y las comas, no sabe nada. Así no se puede trabajar.

jueves, 7 de junio de 2007

Jueves 7 de junio, 2007

Hay tensión en el ambiente. Nos acercamos al final del curso, y apenas estamos trazando el primer acto. Pero no es esto lo que molesta, sino la actitud de algunos en el grupo.

La semana pasada vimos la primera escena entre Teodoro y Tristán. Uno de los actores que interpreta a Tristán (el del reparto B) no estaba en el ensayo, porque 'tuvo que salir de la ciudad por un motivo urgente'. Así que Singer montó la escena con el otro elenco. Nos tardamos más de una clase en esta escena (es decir, más de tres horas). Pero, bueno, a fin de cuentas, había quedado. El problema fue que el martes se presentó el otro actor que hace a Tristán. Singer dijo que ese elenco debía ponerse al corriente, y que después vería la escena ya trabajada. Hoy ocurrió eso: empezamos el ensayo con la escena de Tristán y Teodoro, con ellos. Y no, no estaba trabajada. Paró una vez para decir cómo debía entrar Tristán a escena: el actor que lo interpreta pensaba que venía de haber comido algo en la cocina... cuando Singer le había dicho a Aura, claramente, que venía de haber escuchado chismes sobre los sucesos de la noche anterior, y estaba angustiado, muy enojado con Teodoro. Lo dejó correr una vez más y paró para decirle cómo recibía la entrada de Teodoro. Con esta segunda interrupción, mi nivel de enojo comenzó a subir. Ya no estaba solamente molesta... Me estaba encabronando. Era responsabilidad de estos actores ponerse al corriente. Catorce personas estaban sentadas, viendo por segunda vez cómo debía ser esta escena, y todo por la falta de interés (o la soberbia, o lo que sea) de dos compañeros.

Más de la mitad de la clase se fue en revisar lo que ya se había hecho, ahora con el elenco B. Anoche había pensado que llegaríamos hasta la segunda escena de Diana con Teodoro. Apenas terminamos de montar la escena de Diana con Tristán. Faltaba la memoria del texto. Y cuando quisimos ver la escena del Marqués Ricardo con Diana, oh sorpresa: el actor que hace al Marqués en el elenco A (el mismo que hace a Tristán en el elenco B) no tenía trabajada esta escena. Es decir, no se sabía sus textos. Vaya, no creo siquiera que los haya leído.

No estoy molesta. No estoy enojada. Estoy encabronada. El trabajo de más de diez personas -que han llevado propuestas de vestuario, que se han ocupado de estudiar la corporalidad de su personaje, que han estudiado sus líneas, que han pensado en las relaciones con los demás personajes, que llevan propuestas de utilería, etcétera, etcétera, etcétera- se ve frenado por la flojera, la hueva, la apatía o la franca malaleche de uno solo de los actores. Mismo que, en el repaso que hicimos en la clase de Marcela del miércoles para revisar cuestiones de expresión corporal, se dedicó a aventar bolitas de papel a quienes estábamos actuando. De pronto, me siento en la primaria. El problema es que, en menos de dos meses, tendremos un diploma que nos avala como 'actores profesionales'. Y no, ése no es el nivel de todo el grupo.

No dudo del talento de mis compañeros. Dudo de su profesionalidad. Quizá deberían intentar hacer cine o tele. En el teatro, arruinan el trabajo y el entusiasmo de los demás. Si tan sólo alguien tuviera el valor de correrlos de una buena vez...

Pero, como he aprendido en mis tres años de estancia en CasAzul, aquí no van a correr a nadie. Mientras paguen, mientras hagan como que hacen, seguirán ahí. No vale la pena gastar saliva quejándose. Mejor, a trabajar. Ya me sé de memoria todo el primer acto, y buena parte del segundo. He ido descubriendo particularidades en el carácter de Diana, gracias a los ensayos con Singer y los repasos con Marcela. Tengo detectados los momentos en que no me siento cómoda del todo, como la escena con Marcela y el mero principio de la obra (esos gritos todavía se oyen algo atorados). Sigo buscando alternativas para arreglar esto. Para todos estos casos, me he fabricado un par de reglas a partir de los consejos de Singer: buscar una acción concreta, y relacionarme con el otro.

Tengo pendiente seguir hurgando en las entrañas del primer monólogo de Diana para sacarle más jugo.

jueves, 31 de mayo de 2007

Jueves 31 de mayo, 2007.

Esta profesión es difícil. Es tanto como subir la autoestima a un carrito de la montaña rusa y sentir el vértigo. Hoy por hoy, vamos en picada. O no tanto, pero se siente de la chingada.

Datos específicos:

- Seguimos marcando trazo.
- Pasamos el primer monólogo de Diana ("Mil veces he advertido..."). Sudé frío.
- Singer habló de los códigos de conducta entre los señores y sus criados. Debo investigar y trabajar en esto, sobre todo apoyándome en Marcela.
- Estoy decaída. No hay ningún motivo específico. Sólo... me siento así.

miércoles, 30 de mayo de 2007

Miércoles 30 de mayo, 2007.

Y, bueno, ha pasado casi un mes desde el último post. Hay más noticias sobre nuestro montaje. Ya estamos trazando. Los ensayos se 'complejizan' (qué fea palabra), porque se suma un nuevo elemento: el cuerpo. ¿Qué hago con mis manos? ¿Dónde las pongo? ¿Cómo camino? ¿Para dónde veo? Diantre. Esto es complicado.

Sin embargo, cuando las indicaciones se van mecanizando (otra palabra horríspida), cuando uno -el intérprete- asume lo que el director pide, y lo ensaya una, dos, tres y cientos de veces, el movimiento comienza a ser más fluido. Se encuentran nuevos estímulos: volteo al frente e imagino una ventana por donde veo las casas vecinas, lo cual se erige como estímulo que encamina mis pensamientos, apoyando la línea que había trazado durante el análisis del texto. Las miradas de mis compañeros de escena son el mejor apoyo. Procuro estar al pendiente de ellos. Si me pierdo por un segundo, sé que si me dejo caer en su presencia regresaré al buen camino.

Marcela Aguilar nos está echando la mano en esta parte del trabajo. Con ella repasamos las escenas montadas. Vemos los detalles, nos propone una coreografía de movimientos. La única traba que tenemos hasta ahora es que algunos no se presentan a estos ensayos con Marcela. Pero Singer, con la autoridad que se ha ganado, nos ha llamado la atención: no es optativo ir a las clases de Verso y de Expresión Corporal, porque ahora esos espacios son también horarios de ensayo.

Avanzamos.

Tengo periodos de enorme inseguridad seguidos por otros de mayor confianza en mi trabajo. Pienso que es natural. Sentirme segura me permite dar un paso más allá. Entonces, con esa pisada, se tambolea la estructura, me mareo y sobreviene la angustia: todo lo hago mal. La inseguridad se instala en mí sólo para hacerme ver que todavía queda mucho por hacer. Mi personaje aún está en obra negra, igual que el resto del montaje. No me puedo conformar con lo hecho. Observo a mi alrededor: doy y recibo. Así es esta chamba.

viernes, 4 de mayo de 2007

Jueves 3 de mayo, 2007

La obra comienza a hacerse realidad. Hoy fue Chío a ver un ensayo y a escuchar nuestras propuestas para el vestuario de los personajes. Además de encargarse de esto, ella hará la propuesta de escenografía. Estamos entrando al terreno de la producción, finalmente. Ahora sí, a diferencia de nuestra experiencia del año pasado (omito adjetivar cómo fue), todo parece ordenado, guiado. Las tensiones en el grupo, que empiezan a manifestarse poco a poco (estamos cansados, es mayo, hace calor... etcétera) se disipan cuando nos ponemos a trabajar.

Los consejos de Singer no dejan de ser útiles. Menciono otros 'mandamientos' para el Decálogo del Actor:

"Evita los pleonasmos. No des una buena noticia con cara y tono de que estás dando una buena noticia: busca algo diferente. Puede ser, por ejemplo, que des una buena noticia retando al otro, o disfrutando el momento y las reacciones de los demás cuando la propones".

"Cuando sientas que hay una reacción falsa, deténla. Si das el tiempo suficiente, aparecerá una reacción verosímil, verdadera".

"Busca la comodidad. Si no te sientes cómodo, busca algo diferente hasta que encuentres ese estado. No quedes satisfecho hasta encontrarlo. La diversión es consecuencia de esta comodidad: no hay que procurar la diversión por sobre todas las cosas, sino la comodidad. De ahí derivará la diversión, que es estar concentrado en algo, en otra cosa".


Quedan pocas semanas de ensayos. Seguimos en el trabajo de mesa, ya en el tercer acto y avanzando. Por cierto, la atmósfera del tercer acto es radicalmente opuesta a la de los dos anteriores. Tristán se convierte en un personaje central, y será él quien en última instancia resuelva el conflicto.

Falta poco tiempo. Hace falta mucho trabajo.

miércoles, 2 de mayo de 2007

Miércoles 2 de mayo, 2007.

Y, bien, ayer hubo ensayo y me lo perdí. Según me cuentan, fue uno de esos días en que Singer llega inspirado y derrocha conocimiento práctico para jóvenes actores (in this case, us). Entre lo poco que pudieron articular mis compañeros sobre ese ensayo, me pasaron las siguientes palabras (parafraseadas) del maestro:

'Para entrar a escena, no hay que pensar en otra cosa más que en lo que ha estado haciendo el personaje en los minutos previos'.

'El objetivo de la escena muchas veces se descubre en la escena, estando ahí'.

'Para descubrir el objetivo de una escena, hay que leerla. Para un actor, no conviene definir el objetivo de antemano'.

'Cuando la razón entiende algo, es muy difícil que luego preste esto a la intuición'.


Tengo algunos otros mandamientos para el 'Decálogo del actor adolescente', pero preferiría escribirlos cuando los tenga completos. Todavía sigo tomando dictado en el Monte Sinaí. Falta que me enoje con la tribu idólatra que me espera en las faldas del cerrito, que rompa la mitad del dictado y que promulge como leyes inviolables los que queden a salvo.

Mañana, jueves, llevaremos las imágenes que hemos ido eligiendo para nuestros personajes. Alguien -que será la encargada del diseño del vestuario- verá todo ese collage visual y lo tomará, posiblemente, como inspiración. Yo sigo buscando unas malditas botas con tacón para Diana.

Por cierto, la semana pasada trabajé la expresión corporal de Diana con Marcela Aguilar. Creo que me falta concretar mis ideas. Tengo vagas sensaciones que se quedan en el aire, todavía. Pero, entre los hallazgos, debo anotar uno: le conté a Marcela mi percepción de que Diana está amarrada, frenada, con la rienda corta. Marcela entonces me dijo que trabajara esa sensación a partir de lo que pasa con los caballos, que los jalan de la brida, 'hundiéndoles' el hocico hacia abajo. Sin llevar esto al extremo, con elegancia y sutileza (esa fue otra nota para seguir trabajando: aligerar los movimientos, hacerlos más gráciles, darle mayor movilidad al cuello), voy a buscar por este lado, a ver qué encuentro. Quisiera llegar a algo todavía más concreto, una imagen física contundente. I'm busquing. Ya daré con esto.

jueves, 26 de abril de 2007

Jueves 26 de abril, 2007

Un apunte intempestivo y extemporáneo:

Me fascina el Fabio que está haciendo Gabriel. Él ha puesto más atención en su personaje del marqués Ricardo, pero -aunque éste también lo está logrando muy bien- su Fabio tiene una candidez que atrae y fascina. Me gusta trabajar con gente como Gabriel, que silenciosamente va picando piedra, sin cansarse, hasta que da con algo que funciona. Y debo decir que le va mejor cuando se relaja, cuando no se preocupa por la supuesta intensidad que debería tener algún personaje. Sí, sí. Me gusta trabajar con él. Con él y con muchos más, pero ahora es su trabajo el que tengo más presente, y tenía pendiente escribir esto aquí.

martes, 24 de abril de 2007

Martes 24 de abril, 2007

Cada día me enamoro más de mi personaje y de la obra. La semana pasada -una de las peores que he tenido en el trabajo en los últimos meses- no pude escribir en esta bitácora, pero tomé apunte mental de lo que sucedió en los ensayos.

El jueves vimos una escena entre Teodoro y Marcela. Teodoro intenta recuperar a Marcela luego que Diana lo ha dejado a él, pero se hace el digno por aquello de que Marcela ya está saliendo con Fabio. Tristán, en medio de los dos, hace lo posible por juntarlos. Gracias a Singer, descubrimos los juegos de estos tres personajes. Matices y más matices. Lo que en un principio era una historia interesante se ha ido convirtiendo en una selva de emociones humanas. En fin. Ese día tenía mucho sueño y tuve que hacer un gran esfuerzo por mantener la atención.

El viernes hicimos un repaso de la obra hasta donde vamos, con los dos elencos. Todavía se sienten algunos huecos, pero hay momentos en los que las cosas fluyen. De inmediato, cuando están las cosas en su lugar, la escena se vuelve interesante y jala la atención del público. Cuando no es así, se empieza a oír mucho ruido en el salón.

Hoy, martes, seguimos con la aparición de Diana después de que Teodoro dice que la Condesa es fea. Además de clases de actuación, Singer nos está dando un curso gratuito (bueno, es más como un 2x1, o un combo super especial a precio amigo) de dirección. En este momento de la obra, por ejemplo, me ha enseñado a no vender trama: Diana se pone histérica cuando está escondida detrás de la antepuerta con Anarda, pero en cuanto sale y se enfrenta a Teodoro, recobra el control y domina la situación. Finge perfectamente. Hacer esto, debo decirlo, es muy divertido. Actuar a Diana me divierte enormidades. ¡Oh, cómo me gusta esta profesión! ¡La gente va a ver cómo yo me divierto! Si yo me divierto, la gente se divierte.

Lo que hace el vestuario... Desde el jueves he estado probando a usar un corsé sobre la blusa. Esto me obliga a mantenerme erguida todo el tiempo. Es una contención física que me ayuda a imaginar el estado de Diana: esta mujer no se puede soltar, aunque quiera. Está amarrada, sujeta, atorada, detenida, frenada, constreñida, atada a fórmulas que no puede romper (porque le da miedo, la verdad). Hoy, martes, Singer me dijo que le gustaba este asunto del corsé porque presentaba a una Diana más fuerte. Sin duda todo el cuerpo se alinea con un elemento de vestuario como ése: la energía no se disipa, etc. Yo he empezado a sentirme cada vez más en los zapatos del personaje gracias a, ejem, las botas que he llevado desde que volvimos de vacaciones. En realidad son las botas y los pantalones (¡que debo reparar porque se rompieron!), la blusa andrógina, la mascada, el corsé... y un anillo. Todo eso me ha ido llevando por lugares que creo que no hubiera descubierto de otro modo. Ahora me falta el peinado, el maquillaje y, antes que esto, hacer más ejercicio para aumentar todavía más mi fuerza física (Diana es, sobre todo, una mujer de enorme vigor físico... con ella, nada de melancolías románticas ni nada: Diana es acción).

Faltan más o menos dos meses para la fecha original en que íbamos a estrenar. ¿Lo lograremos? Apenas vamos a terminar el tercer acto. Ya empezamos a trabajar con Marcela el aspecto físico de nuestros personajes (hoy leímos el primer acto con ella). Tendremos que aumentar el número y la extensión de los ensayos. Hay que tupirle al trabajo. Qué emoción. Si esta parábola de emoción continúa creciendo, siento que el día del estreno me dará un paro cardiaco. Eso o tendré un orgasmo.

martes, 17 de abril de 2007

Martes 17 de abril, 2007

El vestuario. Hoy, siete de nosotros llegamos con una propuesta para el vestuario de los personajes. Singer hizo anotaciones al respecto. Abel, por ejemplo, iba muy guapo, con pantalón de vestir, chaleco y corbata negros y una camisa blanca: dijo que era Tristán. A Singer le pareció extraño, en tanto que Tristán es un personaje flexible. Esto debería verse reflejado en la vestimenta porque, según nuestro maestro, la propuesta es apoyar la psicología de los personajes con el vestuario, no contradecirla.

Sobre el vestido azul que llevó Jazmín hoy, Singer dijo que se veía muy guapa -cosa que estaba bien, porque Diana debe verse muy guapa- pero... dijo también que al verla, su primer pensamiento sería: 'guau, esta chava se quiere casar... está buscando marido'. Y no, Diana no es eso. Todo lo contrario: es una mujer que no quiere casarse, que está acostumbrada a mandar y a que nadie mande sobre ella, a tener el control, el poder, siempre, y a enfrentarse con hombres que son más pusilánimes que ella. Por lo tanto, le iría mejor un atuendo que reflejara ese estar al mando: pantalones, o pienso yo, una camisa, un arreglo al cuello que parezca corbata, botas, un fuete. Singer rescató algo muy valioso de la propuesta de Jazmín: estuvo bien que la llevara, para saber que ése es un camino que no queremos recorrer.

Tenemos hasta el final del análisis del texto para ir descubriendo cuáles son las actividades de los personajes, principalmente de las personas que están al servicio de Diana. Esto nos ayudará a saber cómo visten. Seguramente toda la ropa es muy conservadora: es una casa triste, sin vida, donde el noviazgo está prohibido, donde no hay niños. Eso debe estar presente, también.

Luego de estos comentarios, seguimos con la lectura. La escena de Teodoro y Marcela, a mitad del segundo acto. Debo admitir que estaba muy cansada y a ratos estaba luchando cuerpo a cuerpo contra el sueño. Oía las voces lejanas, y difícilmente percibí los cambios que se operaron en el modo de leer de mis compañeros.

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Más imágenes de vestuario para Diana, para recrear la pupila:



Pero falta el mejor de todos. Breathtaking:



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Y ya para irme a dormir, un breve párrafo que encontré en un libro de Carlos Fuentes que se llama precisamente Diana o la cazadora solitaria:

"Diana, Diana Soren. Su nombre evocaba esa ambigüedad antiquísima. Diosa nocturna, luna que es metamorfosis, llena un día, menguante al que sigue, uña de plata en el cielo pasado mañana, eclipse y muerte dentro de unas semanas... Diana cazadora, hija de Zeus y gemela de Apolo, virgen seguida por una corte de ninfas pero también madre con mil tetas en el templo de Éfeso. Diana corredora que sólo se entrega al hombre que corra más rápido que ella. Diana/Eva detenida en su eterna fuga sólo por la tentación de las tres manzanas caídas. Diana del cruce de caminos, llamada por ello Trivia: Diana adorada en los cruceros de Times Square, Picadilly, los Campos Elíseos..."

sábado, 14 de abril de 2007

Sábado 14 de abril, 2007 -- bis

Debo anticipar a mis posibles lectores que esta (caótica) bitácora ha sido concebida principalmente por dos razones:

1) Registrar los avances en mi proceso actoral y los consejos, siempre prácticos y atinados, del Maestro Singer, así como algunos comentarios de mis compañeros que merecen ser rescatados del olvido en el que de otro modo posiblemente caerían (el 'tanta concentración me distrajo' de Teté es sencillamente formidable).

2) Por otra parte, éste es un regalo para Mónica Siwy Capilla, una gran cantante y compañera mía.

Intentaré ordenar esto con el paso del tiempo. Por ahora, me resulta un poco difícil.

Algunas ideas para el vestuario de Diana


Gracias a José, he podido ir armando una galería de vestidos que le irían muy bien a Diana. Pienso también que debo concebir el vestuario de forma que me ayude a la creación corporal del personaje: un corsé, botas con tacones, una camisa y un saco para acentuar lo andrógino en Diana. Aquí, un ejemplo entre tantos.

Sábado 14 de abril, 2007

Tengo una bitácora muy rancia que hace mucho ni siquiera abro. Fue un buen intento por ir transcribiendo las notas de Enrique Singer sobre El perro del hortelano, la obra de Lope de Vega que estamos montando. Pero... se quedó en el intento. Ahora retomo mi propia iniciativa, y decido hacer públicas esas reflexiones porque -pienso- mi ego sólo trabaja si se expone, si es visto. No por nada escogí esta maldita vocación de trashumante.

Esto había escrito:

EL PERRO DEL HORTELANO
Bitácora de ensayos

En diciembre del año pasado elegimos la obra que montaremos este semestre. Será El perro del hortelano de Lope de Vega. Desde que la leímos por primera vez hicimos algunas hipótesis sobre los temas, sobre el tipo de amor que se tienen Diana y Teodoro. Ahora, en enero, hemos sentado nuevas bases para trabajar. Por principio de cuentas, Singer nos ha explicado que entramos a otra etapa del proceso: ya no son clases, son ensayos. A los ensayos no se puede faltar porque se daña el trabajo de los demás. Si hay algo que nos impide asistir, avisamos con tiempo para que se pueda organizar el trabajo de ese día. También nos explicó que no le gusta hacer el reparto, pero que una vez que lo diga, pasaremos el trago amargo y seguiremos adelante.

DÍA UNO. Martes 9 de enero.
Singer explicó esta nueva fase del proceso. Enseguida, comenzamos con la primera lectura de la obra. Los personajes se repartieron según el número de lista. Jazmín leyó a Diana, Abel leyó a Teodoro, Teté leyó a Marcela... y yo leí a Antonello. En un punto de la lectura, cuando se estaba tornando aburrida, Singer nos detuvo para recordarnos dónde debía estar nuestra atención. Nos dijo que los ensayos habían comenzado ya, y que esta primera lectura no era para conocer la obra (porque ya la conocemos), sino para empezar a explorarla. Nos pidió, entonces, que nos fijáramos en lo que ya antes nos había mencionado: cuál es mi acción, dónde está mi mirada, qué relación tengo con los demás, etcétera. Hecha esta aclaración, la lectura fluyó un poco más.

DÍA DOS. Jueves 11 de enero.
Continuamos con la lectura, con el mismo reparto del martes. Algunos de los consejos de Singer fueron olvidados, y así, el ejercicio se tornó un poco aburrido otra vez. Se notaba sobre todo cuando el lector en turno pasaba por sus líneas con prisa, sin detenerse a ver lo que estaba diciendo, lo que estaba pasando. Por ejemplo: cuando un personaje está solo en escena y otro llega y le habla, el primer personaje debe darse un tiempo para entender quién le habla y qué le está diciendo; no es lógico que uno responda tan rápido. Terminamos la primera lectura de la obra y hablamos un poco sobre el tipo de amor que se presenta en la obra. En algún momento, yo sugerí que posiblemente Diana no estaba enamorada de Teodoro desde el principio, sino que él le había gustado cuando supo que Marcela se quería casar con él. La opinión del grupo y de Singer fue contraria: el maestro sugirió que nos convenía abordar a estos personajes en el entendido que estaban profundamente enamorados, o por lo menos Diana de Teodoro, Teodoro de Marcela y Marcela de Teodoro. Si se quieren mucho, será mayor el drama. Nos fuimos temprano.

DÍA TRES. Viernes 12 de enero.
Empezamos una nueva lectura. Esta vez, los personajes se asignaron siguiendo otro criterio (que no nos fue explicado). Yo leí a Diana, José leyó a Teodoro, Sandra leyó a Marcela, Aura leyó a Tristán, Jazmín leyó a Anarda, Mónica leyó a Dorotea y Gabriel leyó al conde Ricardo. Algunos personajes que antes no habían destacado comenzaron a mostrarse, como Anarda o el conde. Mis hipótesis sobre el sentir de Diana cambiaron: pensé ahora que esta mujer estaba enamorada de Teodoro desde tiempo atrás, pero no había querido demostrarlo ni decirlo por su honor. Mi atención se concentró en lo que pasaba con el personaje mientras no estaba en escena: ¿cuántas veces habrá estado espiando a Teodoro sin ser vista, o a Marcela?, ¿eso sirve para algo? O también en esto: ¿por qué o de dónde surgen sus cambios intempestivos de actitud hacia Teodoro? Sobre la caída de Diana, no sé si es intencional o un accidente. Sobre el golpe que le da Diana a Teodoro, pensé en cómo se fue gestando ese impulso en ella, y qué lo detona. En un momento del segundo acto, tuve un lapsus linguae y dije ‘hace horas que te espero’ en lugar de ‘hace horas que te deseo’. Lo que puede parecer un error es, en realidad, una veta para seguir cavando. Diana sufre un lapsus, posiblemente, y dice lo que siente cuando quisiera ser mármol duro y frío. La relación de Diana con Anarda y con Dorotea se delineó más claramente: Diana les hace saber a sus criadas que sabe que ellas murmuran sobre su amor por Teodoro, y las pone en evidencia. Anarda cobró un cariz peculiar: se convirtió en una mujer suspicaz y un poco metiche, lo cual viene bien para su relación con Marcela y con Diana. Tristán es un personaje importantísimo, y parece un hablador. Aura lo hace con bastante gracia. El conde Ricardo se dibujó esta vez como un tipo engolado, alambicado y adulador, ante el cual Diana responde con ironía y sarcasmo, con mordacidad. La lectura fue más divertida, según la opinión general del grupo, que incluso soltaba exclamaciones en algunos momentos climáticos de la obra.

Singer nos pidió nuevamente que comentáramos sobre el tipo de amor que se maneja en la obra. Opinamos. José aportó sus ideas, y lo hizo con un tono tan categórico que movió a Singer a intervenir. Lo que estamos haciendo en este momento es plantearnos preguntas, preguntas que iremos resolviendo cuando conozcamos mejor la obra. Si en este momento del proceso hiciéramos una tesis demasiado fuerte, una apuesta sobre el sentido que tiene la obra o sus temas, podríamos casarnos con esa idea, que tal vez no sería la mejor, y nos cerraríamos puertas. Conviene formular nuestras hipótesis precisamente como eso: como ideas a corroborar. Algunos dijeron que el amor era pasional; otros, que era amor verdadero. Yo dije que me parecía que Diana estaba verdaderamente enamorada de Teodoro, y que sería capaz de dejarlo todo por él, pero que en este instante está aterrada, y no sabe qué hacer.

En un momento de la lectura, cuando Diana saluda al conde Ricardo, Singer me volteó a ver como diciendo ‘bien, por ahí va’. Claro que esto sólo son figuraciones mías.

Singer tuvo que irse y nos quedamos leyendo con Viri. Al final, sin haber terminado la lectura, Viri nos sugirió que pensáramos en un personaje que no nos gustara, y que le buscáramos atributos. ¿Cómo haría yo este personaje?

Hoy cada uno de nosotros entregó el reparto que más le gustaría.

DÍA CUATRO. Martes 16 de enero.
No fui al ensayo. Según me dicen, empezó muy tarde (a las cinco), y no llegó Singer. Se empezó una nueva lectura. Mónica leyó a Diana, Luis a Teodoro, Gaby a Marcela, Teté a Tristán. Parece que hoy se divirtieron menos que otros días. Como tarea, construiremos (a partir de recortes o fotos) la imagen de tres personajes. A mí me tocaron los siguientes: Teodoro (secretario de Diana), Fabio (criado al servicio de Diana, enamorado de Marcela, pero novio de Anarda) y Furio (uno de los hombres que están con Tristán en la taberna).

DÍA CINCO. Jueves 18 de enero.
Seguimos leyendo. Singer percibe una lectura precipitada, y entonces habla. “Estamos aprendiendo un método. Estamos descubriendo el mundo de la obra, con delicadeza, con astucia. No estamos haciendo el cast de la obra. Nos estamos haciendo preguntas. Todavía no estamos en condiciones de responderlas. Leer despacio no es un capricho: es un método. Cuando se baja el ritmo, aparece la obra. En la escena de Tristán y Teodoro (primer acto): ¿qué está haciendo Tristán cuando le dice que piense defectos de Marcela? Lo está tratando de convencer, le está dando una estrategia. ¿Qué hace Teodoro? Probablemente está pensando en otra cosa. Lo que dice revela su pensamiento."

"Entre más conciencia haya de estar a prueba, peor. Aquí estamos atentos a conocer las acciones de los personajes."

Sobre las formas del pensamiento: "Tristán, ¿está inventando?, ¿se lo sabe de memoria o está recordando?"

"No es bajar la velocidad lo que se busca, sino poner atención. Hacemos lo primero para conseguir lo segundo.”

Se dibujó una ecuación como la que sigue: Teodoro es para Tristán lo que el Quijote es para Sancho.

DÍA SEIS. Viernes 19 de enero.
Más lecturas. Singer no estuvo todo el tiempo con nosotros. Al inicio de la clase, vimos las imágenes que habíamos buscado para los personajes. Más o menos coincidimos en esto.

DÍA SIETE. Martes 23 de enero.
Lectura. Las metáforas: el actor elige si son a propósito o no. Hice apuntes varios a lo largo del libreto, sobre todos los personajes. Están a lápiz, porque son sólo hipótesis, preguntas, primeras impresiones.

La primera aproximación a lo que pasa con los personajes no debe ser conceptual: más que decir ‘ella siente rabia por los celos’, diríamos que ‘ella siente fuego en el estómago, que comienza a subir por el esófago, y vidrios clavándosele en la espalda’. El acercamiento debe ser personal y sensible.

DÍA OCHO. Jueves 25 de enero.
Hay que buscar dinero para la producción, y empezar a pensar en opciones: hacer una fiesta, una rifa, pedir dinero en empresas (para esto, todavía aguantar un poco más). La obra estará terminada entre junio y julio. Singer no quiere que nos pasemos de los tiempos que marca la escuela para este semestre.

Oyendo leer a Abel con mucha prisa, como un ‘hablador’, Singer dijo lo siguiente: “ése es un recurso, pero hay que buscar otros, no quedarse en el mismo. Hay que escuchar la voz de cada personaje”. Luego dijo algo muy semejante cuando leyó Mónica, en quien detectó unos vicios de prosodia (entonación). Hay que romper con la forma que cada uno de nosotros tiene para leer, buscar lo neutro, de modo que el personaje vaya surgiendo y no lo forcemos a ser como nosotros o como algún personaje que hayamos hecho antes. Usar diferentes recursos no significa que uno no tenga un estilo. El estilo sobrevive, aún cuando el actor se valga de otros recursos.

La relación entre Tristán y Teodoro, en la mira. El romanticismo/idealismo de Teodoro es una asignatura pendiente: no hay que afirmarla tan categóricamente. ¿Cómo se llevan estos dos?

El personaje de Fabio: ¿qué pasa con él? Está enamorado de Marcela, y Anarda quiere con él. ¿Cómo está en relación con estas dos mujeres? Anarda es culta, y está siempre junto a Diana. Fabio es atolondrado (corre para todas partes, y en dos ocasiones dice ‘voy como un rayo’), le interesa el dinero, parece que le suelen ver la cara.

No he leído desde el viernes pasado, pero estoy tratando de entender cómo husmear las pistas que el autor ha puesto en las líneas de los personajes: cuál es la acción. Por ejemplo, cuando Diana le pregunta a Teodoro a cuál de sus dos pretendientes prefiere para que se case con ella, lo que está haciendo es provocar sus celos.

He ido tomando varias notas al margen. Todavía hay palabras que no comprendo (sobre todo en los monólogos de Tristán), y pasajes que permanecen oscuros para mí (el de los murciélagos y murciégalos entre Diana y Tristán, por ejemplo). ¿Cuántas lecturas se necesitan para saber qué está pasando en cada escena? La entrada de un personaje, que parece casual, está motivada por algo. Por ejemplo: Marcela le dice a Fabio que lo quiere, que olvide a Anarda, y entonces aparece Diana acompañada por Anarda; o también: Diana acaba de pedirle a Teodoro que vaya a decirle al Marqués que ha decidido casarse con él, y entonces entra Fabio. ¿Por qué?

viernes, 13 de abril de 2007

Viernes 13 de abril, 2007

Hoy inicia.