martes, 28 de agosto de 2007

Martes 28 de agosto, 2007

Pisé el Teatro Casa de la Paz. Por primera vez. Llegué, cinco minutos antes del ensayo, dejé mi coche en el valet, tomé mis cosas y me quedé ahí, en la banqueta, viendo la fachada del edificio. "Así que éste es el teatro...", me dije.

Se siente muy bien pisar un teatro. La madera... las butacas... los camerinos... la acústica... los pasillos... las luces... las piernas... ¡uff! Muy bien.

Singer nos explicó cómo va a estar el asunto. Se avecinan tres semanas muy difíciles. Ensayos por aquí, ensayos por allá. Unos en el teatro, otros en la escuela. Unos de mañana, otros por la tarde. Estreno de Fausto con los del otro grupo la próxima semana. Nuestro estreno para el 20 de septiembre (como dice la gente, "Dios mediante").

Pero después de todo esto, que suena muy bien, corrimos lo que llevamos de la obra, primero con el elenco A (en el que soy Diana), y luego con el B. El cambio de lugar, de acústica y de público (había como cinco personas ajenas a la compañía que estaban viendo el ensayo), me distrajeron a más no poder. Toda la primera escena estuve desconcentrada: cambié trazos, omití frases, las intenciones estaban fuera de foco... Horrible. Poco a poco me fui tranquilizando. Salí de escena. Fui a cambiarme. Tengo como 10 minutos para hacer un cambio radical de vestuario y demás. En eso estaba cuando metí a la mano a mi pantalón, donde guardo una carta que necesito para mi segunda escena y... no estaba. Recordé, entonces, que quizá se la había prestado a mi compañera que hace a Diana en el elenco B. Me enojé. Enfurecí. Escribí una nueva carta, en chinga, y apenas me dio tiempo para salir otra vez a escena. Terminé el primer acto con titubeos evidentes, porque la última escena no la hemos trabajado nosotros, sólo el elenco B. Al final de este repaso, bajé a los camerinos y le dije a mi compañera, la de la carta, que por favor se asegurara de regresarme la utilería que yo le prestara. Para no hacer el cuento largo, se me puso punk mi compañerita, diciéndome que yo le pidiera lo que yo le prestaba, y concluyó diciendo que entonces nadie se prestaba nada. (Vaya sandez).

En varios momentos, Singer nos llamó para platicar algunas cosas con nosotros. Nos dio fechas de ensayo y de funciones. Nos dijo que nos faltaba dicción y proyección de la energía (cosa muy cierta: nos vemos chiquitos en el escenario). Y... cosas por el estilo.

La tensión está en el aire. Siento que me rompo por todas partes. Hay detalles que me hacen pensar que el nivel de compromiso en el grupo es muy variable. O... no sé. Yo... no entiendo muy bien. He puesto todo el esfuerzo posible en este proyecto durante ocho meses y... En fin. No vale la pena quejarse. Todos estamos cansados. El desgaste es... evidente. Quiero estrenar esta obra. Quiero una temporada. Quiero hacer teatro. Quiero.

1 comentario:

Selma Sultana dijo...

¡Y yo ya quiero verte actuar!