Montamos más de la mitad de la escena entre Diana y Teodoro, además de repasar la escena anterior entre éste y Marcela. Poco a poco, José y yo empezamos a comunicarnos más y mejor (Singer me confirmó esto, e incluso me dijo un 'muy bien' que me cayó de perlas, porque vaya que necesitaba saber que voy por buen camino).
Singer es un gran maestro. Sí, bueno, eso ya todo mundo lo sabe. La razón por la que lo digo ahora es ésta: sabe darle confianza a sus alumnos justo en el momento que más la necesitan (o casi). Ante mi dificultad para reírme en un momento de la escena en el que me burlo de Teodoro, Singer me dijo que no me censurara, que soltara la risa como fuera. Así lo hice y sé que sonó falsa, falsísima. Sin embargo, me dio ánimos, diciéndome que había estado bien, que lo siguiera intentando. Sentí un enorme alivio.
Otra cosa: qué frágil me siento cuando estoy en escena, y qué cruel soy cuando estoy sentada. Si cada vez que me río y juzgo y critico a algún compañero me acordara de cómo me siento cuando yo lo intento, tal vez dejaría de hacerlo.
Gaby leyó el fragmento de Hamlet donde Shakespeare alecciona a los actores sobre lo que deben hacer y lo que han de evitar. Y... bueno, no tengo más palabras. Las suyas son suficientes (Acto III, Escena 2):
HAMLET
Te ruego que recites el pasaje tal como lo he declamado yo, con soltura y naturalidad, pues si lo haces a voz en grito, como acostumbran muchos de vuestros actores, valdría más que diera mis versos a que los voceara el pregonero. Guárdate también de aserrar demasiado el aire, así, con la mano. Moderación en todo, pues hasta en medio del mismo torrente, tempestad y aun podría decir torbellino de tu pasión, debes tener y mostrar aquella templanza que hace suave y elegante la expresión. ¡Oh!, me hiere el alma oír a un robusto jayán con su enorme peluca desgarrar una pasión hasta convertirla en jirones y verdaderos guipaños, hendiendo los oídos de los 'mosqueteros', que, por lo general, son incapaces de apreciar otra cosa que incomprensibles pantomimas y barullo. De buena gana mandaría azotar a ese energúmeno por exagerar el tipo de Termagante. ¡Esto es ser más herodista que Herodes! ¡Evítalo tú, por favor!
CÓMICO 1
Lo prometo a Vuestra Alteza.
HAMLET
No seas tampoco demasiado tímido; en esto tu propia discreción debe guiarte. Que la acción coresponda a la palabra y la palabra a la acción, poniendo un especial cuidado en no traspasar los límites de la sencillez de la Naturaleza, porque todo lo que a ella se opone se aparta igualmente del propio fin del arte dramático, cuyo objeto, tanto en su origen como en los tiempos que corren, ha sido y es presentar, por decirlo así, un espejo a la Humanidad; mostrar a la virtud sus propios rasgos, al vicio su verdadera imagen y a cada edad y generación su fisonomía y sello característico. De donde resulta que si se recarga la expresión o si ésta languidece, por más que ello haga reír a los ignorantes, no podrá menos de disgustar a los discretos, cuyo dictamen, aunque se trate de un solo hombre, debe pesar más en vuestra estima que el de todo un público compuesto de los otros. ¡Oh!, cómicos hay a quienes he visto representar y a los que he oído elogiar, y en alto grado, que, por no decirlo en malos términos, no teniendo ni acento ni traza de cristianos, de gentiles, ni tan siquiera de hombres, se pavoneaban y vociferaban de tal modo que llegué a pensar si proponiéndose algún mal artífice de la Naturaleza formar tal casta de hombres, le resultaron unos engendros: 'tan abominablemente imitaban la Humanidad!
CÓMICO 1
Creo que en nuestra compañía se ha corregido bastante ese defecto.
HAMLET
¡Oh, corregidlo del todo! Y no permitáis que los que hacen de graciosos ejecuten más de lo que les esté indicado, porque algunos de ellos empiezan a dar risotadas para hacer reír a unos cuantos espectadores imbéciles, aun cuando en aquel preciso momento algún punto esencial de la pieza reclame la atención. Esto es indigno, y revela en los insensatos que lo practican la más estúpida pretensión. Id a prepararos.
Tengo pendiente ir a releer algunos pasajes de Stanislavski.
Singer explicó qué es el epifenómeno, según Gurrola (q.p.d.). Se manifiesta cuando un personaje está hablando de algo mientras está pensando en otra cosa. Actores como John Malkovich o Al Pacino lo hacen en muchas ocasiones. Esto da a entender que el personaje es inteligente, y le da cierto aspecto de naturalidad a su comportamiento. Lo probé con una parte de mi parlamento (cuando le pido a Teodoro que me dé consejo para "aquella amiga mía, que ha días que no sosiega de amores de un hombre humilde") y funcionó bastante bien.
Otro detalle que propuse y se quedó: cuando respondo ante la propuesta de Teodoro ("haga que con un engaño, sin que lo conozca, pueda gozarle"), sugiriendo que debería matar al hombre humilde, lo tomé de la corbata y se la ajusté un poco. El gesto le gustó a Singer. Corte y queda.
Todavía tengo pendiente trabajar esto:
1. La parte donde hablo de los antiguos: "Bien dices, que no hay Lucrecias ni Torcatos ni Virginios en esta edad, y en aquella hubo Faustinas, Teodoro, Mesalinas y Popeas". Aunque no hubo comentarios, creo que puedo delinear más la intención y las diferencias entre la primera tanda de nombres (gente virtuosa que defendió su honor con la vida) y la segunda (mujeres dadas al vicio y la corrupción, conocidas por sus amantes y su conducta disipada, jeje).
2. ¡La caída! Nuestra participación terminó cuando Diana-María azotó cual ballena que dejan caer de un helicóptero en llamas. El grupo rompió en una carcajada estruendosa. Me divertí muchísimo. Mañana veré esta parte con Marcela.
3. La memoria del principio de la escena con Teodoro. Son tantas frases cortas y tan parecidas, que se me confunden.
4. Repasar, repasar, repasar.
5. Hacer mis dibujos del trazo.
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